sábado, 14 de mayo de 2011

CÉLULAS MADRES: UNA ESPERANZA

La ciencia se basa en hechos, en datos objetivos que pueden medirse y constatarse

En este sentido JUAN CARLOS IZPISÚA (2002) expresa que: " La revolución biomédica que le está tocando vivir a la sociedad actual no es otra que la de la utilización de células madre como posible tratamiento de enfermedades humanas. Los datos objetivos de que disponemos indican que aún estamos lejos de un escenario idílico en que enfermedades como la de Parkinson, la diabetes, el cáncer, la esclerosis múltiple o la insuficiencia cardiaca se conviertan en un mal recuerdo de nuestros antepasados. Pero estos datos también nos muestran que no estamos desencaminados: que estas técnicas funcionan para curar animales de laboratorio y que los primeros resultados obtenidos con células humanas (aunque todavía bastante preliminares) apuntan a que podrían ser utilizadas con éxito en pacientes."

Es así que las células madre son el gran hallazgo biológico de los últimos veinte años, ya que pueden reproducirse infinitamente y, en determinadas condiciones, convertirse en cualquiera de los tejidos u órganos que forman el cuerpo humano. Su uso más ambicioso es utilizarlas para la «fabricación» en laboratorios de órganos para transplante y para tratar o reparar los daños que causados en el organismo.

¿Pero donde se encuentran estas células?

Las células madre adultas se obtienen de tejidos adultos y se han encontrado en la médula ósea, la médula espinal, en el músculo, la grasa, e incluso en el cerebro. El otro tipo de células madre son las embrionarias, células que se encuentran en la masa celular interna de un embrión en las dos primeras semanas (7-14 días). La importancia de estas células embrionarias radica en su carácter pluripotencial, es decir, tienen la posibilidad de convertirse en cualquier tipo de célula del cuerpo. Pero el uso de los embriones para esta investigación implica su destrucción.

Debido a que los embriones utilizados para investigación no proceden de donaciones explícitas, sino de clínicas de fecundación in vitro en las que su destino es incierto, se produce un prejuicio moral y ético entorno al desarrollo de investigar con estas células. El doctor Toledano señala que «no existen diferencias entre «clonación» para la obtención de individuos y la «clonación terapéutica», por lo que se opone a esta posibilidad, y por tanto al uso de embriones humano. Según este investigador, así como Justo Aznar, Jefe del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital La Fe de Valencia y presidente de la Fundación ProVida, «se han logrado obtener células adultas específicas de distintos tejidos (piel, músculo, riñón, glándulas) a partir de células de la piel y de otros órganos».

En estos momentos los investigadores han probado la partenogénesis. Este impronunciable vocablo define el proceso por el que se consigue desarrollar un óvulo hasta que se forma un preembrión pero sin el aporte genético de un espermatozoide. Estos embriones nunca podrían desarrollarse en fetos viables (no contienen la carga genética de un espermatozoide), por lo que su manipulación no provoca rechazo moral. Pero resulta muy dificultoso técnicamente, sólo se ha probado en ratones y primates no humanos, y al desarrollarse sólo a través de ovocitos, únicamente serían útiles para pacientes del sexo femenino.


Por otra parte existen testimonios que reafirman la importancia de este hallazgo científico: el niño  Andrew Ricci nació prematuramente con 25 semanas en el vientre materno y pesó en ese momento una libra y nueve onzas. Después de permanecer durante 97 días en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal, pasó otras seis semanas en una incubadora. A pesar de este difícil comienzo Andrew es un niño precoz y feliz. Durante el primer año de vida sus padres notaron que Andrew había perdido capacidad en su movimiento. En el verano de 2007 se le diagnosticó una parálisis cerebral. En un hospital chino ha recibido el tratamiento, a base de células madre extraídas de cordón umbilical, para la parálisis cerebral.  Recibió seis trasplantes de células madre extraídas de cordón umbilical durante su primera estancia de un mes en China. Después de los primeros trasplantes sus padres notaron cambios en sus hábitos alimenticios y su digestión. Las habilidades físicas de Andrew también presentaban progresos cuando regresó a EE.UU. El terapeuta que lo atendía en casa notó que su motricidad fina había mejorado, tanto que, por ejemplo, podía señalar y agarrar objetos. Así mismo su motricidad gruesa también mejoró. Tenía más control sobre su cabeza, podía rodar con mayor facilidad y empezó a gatear.

Los progresos que se dieron en Andrew durante la primera ronda de implantes con células madre le dieron a su familia el coraje para decidir hacer un nuevo viaje a China en marzo de 2009 con el fin de continuar con el tratamiento. Durante el segundo viaje, Andrew recibió ocho inyecciones. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario